Caída profunda

De pie, frente al acantilado, con el agua a unos metros bajo mis pies. La brisa me rodeaba, quería elevarme, me sumerge en su ingrávido murmullo, me envuelve en su húmedo abrazo de una tarde de abril. Extiendo los brazos, queriendo abarcar el cielo, miro abajo y quisiera saltar. Para eso he llegado hasta aquí. Ya pasé por entre las cuevas, ya tuve que rasgar mis ropas y no menos mi cuerpo, entre las estalactitas y las sales cristalinas. Ya llené mis pulmones con los aromas de azufre y aguas subterráneas. Habiendo ya terminado el camino, te hablo a ti, caída profunda, y quiero reservarme estos momentos, algunos segundos tranquilos. Sigo en pie, la adrenalina me llena completamente, me sondea desde lo más profundo y me absorbe, me obnubila, me aniquila lentamente con un intenso palpitar en el corazón. Las sienes se disparan en un frenético baile de compás movido, el sudor frío que sobre mi cara va cayendo, refresca la frente que arde activamente, la cabeza retumba y el lejan...