Un 13 de mayo
Empezaba a caer la tarde. Vestidos con sus jardineras azules con cuello rojo salían un niño y una niña, con apenas tres años, del jardín infantil. Él se llamaba Andrés y ella Valeria. Sonreían y batían sus manos para despedirse de sus profesoras, algunos últimos besos al aire y un caminar firme y decidido los conducía hacia la calle donde estaban las madres. La madre de la pequeña niña era la coordinadora de Matachos , el jardín infantil, y era una muy buena amiga de la madre del niño. Se conocían hacía más de diez años, desde el colegio y, habiendo compartido la infancia, la lonchera y el recreo, habían compartido también la alegría del matrimonio y de ser madres. Sus dos hijos mayores, el niño y la niña de los que hablábamos, tenían una mínima diferencia de edad, seis meses separaban a Valeria de Andrés. Dianny y Soraya, como se llamaban las madres, miraban con especial ternura a sus primogénitos que se despedían de sus profesoras y caminaban juntos hacia el Renault 4...
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